Activismo del consumidor y activismo de marca: Cuando el mercado se convierte en movimiento
Hay momentos en que el consumidor deja de ser solo eso: Consumidor. Se convierte en voz, en reclamo, en conciencia colectiva.
Y cuando eso ocurre, las marcas tienen dos caminos: Mirar hacia otro lado o tomar postura.
Bienvenidos al territorio del activismo del consumidor y el activismo de marca, donde el silencio también comunica… Y no siempre a tu favor.

Del carrito al cartel
Ya no basta con un buen producto ni una campaña vistosa. El nuevo consumidor exige algo más: Coherencia con sus valores. Desde protestas digitales hasta boicots globales, la presión viene de abajo y sube como marea. Casos como el de #StopHateForProfit, donde usuarios y marcas detuvieron su publicidad en Facebook por su inacción ante el discurso de odio, muestran el poder real que puede tener un clic con causa.
Hoy, el activismo no solo está en las calles, también en los stories, los comentarios, los trending topics, etc. Un consumidor que exige cambios sociales también exige que las marcas se pronuncien, se posicionen, se mojen.

¿Y las marcas?
El activismo de marca es cuando una empresa toma partido público por una causa, más allá del marketing. Pero ojo, que no se trata de disfrazarse de progresista por likes. El consumidor huele el oportunismo a kilómetros. Aquí es donde entra la transparencia, la consistencia y el propósito real.
Ejemplos como Ben & Jerry’s, Patagonia o Nike (con Colin Kaepernick) muestran que ser valiente puede costar, pero también genera fidelidad y comunidad. Porque cuando el discurso se alinea con las acciones, se gana algo más poderoso que ventas: Relevancia cultural.

El riesgo de no hacer nada
Quedarse en silencio es, muchas veces, una elección política. En un mundo hiperconectado, la neutralidad se lee como complicidad. Eso no significa subirse a cada ola, pero sí tener claro el lugar desde donde la marca comunica.
¿Con qué causas resuena tu audiencia? ¿Qué valores defiendes tú?
Lo que está en juego no es solo reputación. Es el lugar que ocupas en la conversación social. Y si no estás allí, puede que no estés en ninguna parte.
En este nuevo tablero donde los consumidores también juegan, callarse no es una opción. Las marcas que entienden el momento histórico saben que ya no basta con vender: Hay que posicionarse, comprometerse y actuar. Porque hoy, más que nunca, la coherencia vale más que cualquier eslogan.
Y si el marketing es conversación, que esa conversación tenga propósito. Que construya. Que incomode cuando debe. Que no tema ensuciarse las manos si la causa lo vale.
Porque las marcas que eligen quedarse en silencio ante lo que importa, ya dijeron todo lo que había que saber sobre ellas.
